Estamos en Deuda


Entendemos que cada hijo de Dios está en deuda al Dios Creador que mandó al Salvador y provee la salvación, pero en este artículo quiero presentar la idea que también estamos en deuda con otras personas – otras personas que nos enseñaron e invirtieron en nuestras vidas. Por ejemplo:

Los que escribieron la Biblia, escribieron música, lucharon por libertad religiosa o por libertad de un país, por nuestros papás que nos criaron, personas que empezaron iglesias y los que predicaron a nuestras familias. Gracias a estas personas somos quienes somos – Dios los usó para enseñarnos, influenciarnos y guiarnos. Somos quienes somos por la gracia de Dios y la ayuda de las personas que Dios puso en nuestras vidas. Fijate en unos ejemplos que encontramos en la Biblia:

1.     No habría un Josué sin la ayuda, enseñanza y guía de Moisés

2.     Eliseo vio y siguió en los pasos de Elías

3.     Antes de José hubo Jacob, y antes de Jacob hubo Isaac

Nos haría bien el darnos cuenta que no somos productos de nuestra propia fuerza – Dios usa y usó a otros para enseñarnos, ayudarnos e influenciarnos. Y sabiendo que hubo mucha gente que nos ayudó, nos haría bien agradecer a Dios y a las personas que tienen o tuvieron parte en ayudarnos. En lugar de pensar que las personas ya saben que estamos agradecidas por su ayuda, el decirlo, llamarlos o escribirlos lo manifestará. Pero no me quiero enfocar solo en el hecho que debemos darnos  cuenta de que estamos en deuda con otros por su ayuda, también debemos recordar que hay otros que nos seguirán a nosotros. Hay mucha gente en la vida que seguirán nuestros pasos después de nosotros – porque son nuestros hijos, porque son menores que nosotros, porque son nuevos creyentes, etc. Siendo que otros invirtieron en nuestras vidas, debemos dejar un buen ejemplo para los que nos seguirán a nosotros. Abajo hay algunas características que debemos tener para ser un buen ejemplo y ayudar a los que nos siguen:

1.     Compartir el Evangelio
Los que nos siguen deben saber que tenemos el mismo amor que tiene nuestro Señor Jesucristo por las almas. Jesús vino para salvar y buscar a los perdidos (Lucas 19:10). Estamos mandados a compartir el Evangelio (Mateo 28:19-20; Marcos 16:15), pero debemos compartirlo  con ganas. "El que gana almas es sabio” (Proverbios 11:30) y los que nos siguen deben ver la importancia de compartir el Evangelio – porque nuestras acciones hablan más fuerte que nuestras palabras.

2.     Disfrutar el Ministerio donde estoy
Hay una diferencia en trabajar y trabajar porque amo lo que hago. Hace una diferencia tremenda disfrutar el trabajo que haces y no simplemente trabajar para cumplir. Disfrutando donde estas y trabajando no solo te ayudará a pasarlo mejor, pero también mostrará a los que te siguen que el ministerio no es una carga.

3.     Orar por los que nos Siguen
Debemos orar con ellos y orar por ellos. Hay grandes avivamientos que empezaron por la oración y hay grandes victorias ganadas por la oración. La oración es algo olvidado muchas veces, pero algo de suma importancia en nuestras vidas, iglesias y ministerios. Si vamos a dar un buen ejemplo a los que nos seguirán, como recibimos de los que nos influenciaron y ayudaron a nosotros, debemos ser serios y fervorosos en la oración.


4.     Amar a la Gente
El ejemplo de ejemplos, Cristo, amó a la gente. Cuando vemos a Cristo hablar fuerte o llamar a personas hipócritas, etc., casi siempre era en el contexto con los religiosos, no con la gente común. Cristo no habló bien de los que pensaron que eran mejores que otros, pero a los individuos Él les tuvo compasión, comió con ellos y les amó. Y es este ejemplo que debemos pasar a los que nos sigue a nosotros. Cuando amamos a la gente, los vemos diferentes y reaccionamos hacia ellos diferente. El amor de Dios debe ser manifestado en la vida y ministerio de los hijos de Dios. Los que nos siguen deben ver que no simplemente trabamos con personas, pero amamos a las personas con quienes trabajamos.


Si nos damos cuenta que estamos en deuda con Dios, estoy convencido que trabajaríamos con fervor. Y si nos damos cuenta que estamos en deuda con las personas que Dios ha usado en nuestras vidas, estaríamos agradecidos y anhelaríamos dejar un buen ejemplo a los que nos seguirán a nosotros.


Para Servir,

Jeffrey Bush

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