Resultados Sucios del Orgullo
Todos sabemos que Dios rechaza el
orgullo, pero lamentablamente el orgullo se ve con frecuencia en el ministerio.
No debe ser, pero es. El orgullo se da en forma natural en nosotros como seres
humanos, pero esta actitud de que somos algo o sabemos algo, no agrada a
nuestro Dios. Sabemos lo que es el
orgullo, pero quiero presentar algunos de los resultados (o podemos decir
consecuencias) del orgullo. Miremos estos resultados sucios del orgullo para poder
evitarlos con todo en nuestras vidas y ministerios.
1. El Orgullo Resulta en No Perdonar a Otros
Todos tenemos o hemos tenido conflictos
con otras personas, pero el orgullo pone un muro entre tu persona y la otra
para no arreglar el problema, desacuerdo o mal entendido. El orgullo nos dice
que no era nuestra culpa, la otra persona tendría que hablar o entenderme, etc.
El orgullo no me deja perdonar… y el no perdonar no permite a Dios obrar en
nuestras vidas y ministerios. No olvidemos que el no perdonar da lugar al
diablo (Efesios 4:26-27). Entre algunos pasajes de Mateo (5:23-24 y 6:14-15) cuando
Cristo habló sobre el perdonar, nos enseña que debemos perdonar cuando es
nuestra culpa o la culpa del otro. No podemos dejar que el orgullo nos
descalifique en el ministerio y la vida, culpa nuestra o de otro, tenemos que
perdonar. Si no podemos perdonar, no podemos esperar que Dios nos perdone a
nosotros y tampoco tenemos derecho de enseñar o predicar a otros sobre el mismo
asunto.
2. El Orgullo Resulta en No Aprender Mas
Cuando
el orgullo entra, nos hace pensar que sabemos todo y no necesitamos aprender
mas – o que sabemos mas que la otra persona y no podemos aprender nada de
él/ella. La persona que no puede aprender mas no crecerá mas y la persona que
no crece mas será la persona estancada. Es triste, pero el orgullo no te
permite aprender mas – decidamos que no seremos así sino que aprenderemos de
cada situación y persona posible.
3. El Orgullo Resulta en Apagar al Espíritu Santo
Dios
rechaza al soberbio y da gracia al humilde. El orgullo es enfocado en la
persona en vez del poder de Dios. Cuando estamos enfocados en nosotros mismos,
el Espíritu de Dios no puede obrar… o por lo menos no escoge obrar. Nuestro
Dios es un Dios celoso y no quiere que pongamos a otras cosas antes de Él,
incluyendo el poner a nuestra persona orgullosa antes de Él. Escojamos ser
humildes dandonos cuenta que le necesitamos a Dios– el orgullo rechaza y apaga
al Espíritu Santo.
Que Dios nos ayude a quitar el orgullo
de nuestros ministerios antes que el orgullo nos quite a nosotros del
ministerio. Tenemos que recordar que la obra no es nuestra, es de Dios, y
siendo que es de Dios, tenemos que ministrar en forma pura y santa y sin el
orgullo.
Para Servir,
Jeffrey Bush
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