Relacionándonos con los Demás

La vida consiste de relaciones – amigos, familiares, el matrimonio, trabajo, estudios, iglesia… y aun los enemigos. Mucho de nuestro éxito y fracaso depende en cómo nos relacionamos con los demás.
Por ejemplo: muchos pierden un trabajo por no saber relacionarse con la gente, muchos matrimonios terminan mal por no saber relacionarse y aun hay gente que no se habla con sus padres o primos o parientes por no saber relacionarse bien con los demás.
Hay pastores que dejan una iglesia por problemas con la gente pero cuando llega a la siguiente iglesia, enfrenta los mismos problemas. Hay gente que deja el barrio, solo para encontrar problemas en el siguiente barrio. Hay gente que deja un trabajo, una iglesia, una escuela, un club, etc., sólo para encontrar que tiene los mismos problemas en su siguiente destino.
Cuando uno piensa en servir al Rey de Reyes y Señor de Señores, tiene gozo de poder servir a Dios – pero de lo que no se da cuenta es que el servir a Dios es trabajar con gente. Estaría lindo trabajar por Dios pero no tener que trabajar con la gente, pero sin la gente no hay ministerio.
Hay gente que parece que siempre está animada y hay otros que parece que siempre estan desanimados. Hay gente que es paciente y gente que se enoja fácilmente. Hay gente que está contenta con lo que tiene y hay gente que parece que nunca está contenta. Hay gente de buen humor y hay gente de mal humor,… hay un poco de todo en la viña del Señor.  Si hay de todo estilo de gente, y si el servir a Dios significa trabajar con otros, quiere decir que tenemos que aprender a cómo relacionarnos con los demás.
Quiero presentarte unos principios Bíblicos que nos ayudarán a relacionarnos mejor con los demás:

Preferir a Otros antes que a Ti Mismo – Romanos 12:10

Preferir a otros antes que a mi mismo no es fácil, pero es Bíblico, es correcto y es la mejor manera. Preferir a otros, o poner a otros primero, es visto claramente en la vida de nuestro Señor. Si la vida de nuestro Señor hubiera sido pensar en su propia comodidad, nunca hubiera ido a la cruz … pero puso primero a Su Padre y después a nosotros y entregó Su propia vida por nosotros.
La Biblia habla de amar el uno al otro, servir el uno al otro, exhortar uno al otro y animar uno al otro. Hay varios mandatos que nuestro Señor nos dio en el ministerio del “uno al otro”, y la idea siempre es de poner al otro primero.
Siempre debes poner a los demás primero – si, prefieres a otros antes que a ti mismo, salvarás amistades y muchas otras relaciones en la vida.

Aprender a Morirte a Ti Mismo – I Corintios 15:31; Gálatas 2:20

No siempre tienes que tener la razón. No siempre tienes que tener el mejor argumento. La persona sabia sabe cerrar su boca y dejar a la otra persona tener razón.
El apóstol Pablo dijo en I Corintios 6:7, cuando los Corintos querían llevar a sus hermanos a la ley por un problema, que deberían mejor sufrir el agravio y ser defraudados. Parece que enseña que en lugar de reaccionar, debemos dejarles a los otros pisotearnos.
Francamente duele mucho ser defraudado, pero si es por la causa de Cristo… vale la pena. A veces decimos, “Pero yo si tengo razón… el otro está mintiendo, etc.”, pero por más que uno tenga la razón, veamos el principio Bíblico de morirse a si mismo.
Cristo fue acusado falsamente por autoridades perversas, pero Cristo quedó en silencio.
Cristo nos enseña a tomar nuestra cruz, negarnos a nosotros mismos y seguirle – pero la mayoría de las veces queremos seguir a Cristo sin tener que negarnos a nosotros mismos. Amigo, si vas a seguir a Cristo, ¡TIENES QUE negarte a ti mismo!

No Dejar Entrar el Orgullo

Las palabras “perdóname” o “me equivoqué” o “si, no fue correcto lo que hice”, me cuesta decir, pero si no lo digo, sutilmente estará entrando el orgullo. Todos sabemos que el orgullo destruye (destruyó a Lucero, Nabucodonosor, Herodes y otros) y si queremos relacionarnos bien con los demás, no podemos dejar entrar el orgullo en nuestras vidas.
Si soy bueno en algo, es en equivocarme, pero cuando alguien me dice que me equivoqué, soy rápido para apuntar sus errores o justificarme o … cualquier cosa menos el admitirlo – pero estas reacciones nacen de mi orgullo. Cuando me equivoco, lo mejor que debo hacer es admitirlo, pedir perdón si es necesario y no dejar entrar el orgullo.

No Guardar Rencor

Si no perdono a alguien, pronto responderé con odio… y poco después afectará mi vida espiritual.  Cuando guardo rencor, no solo afecta mi relación con los demás, ¡también afecta mi relación con Dios!
Mateo 5:23-24 y 6:14-16 nos enseña que si no perdonamos a otros, Dios tampoco nos perdonará a nosotros. Amigos, Dios es el vengador, El se encargará de la venganza – mi parte es perdonar y seguir adelante.
Si alguien nos preguntara si queremos servir a Dios, seguro que todos alzaríamos las dos manos, pero si alguien nos preguntara si queremos trabajar con gente, lo pensaríamos bien. El asunto es que no podemos dividir los dos – el servir a Dios es ministrar a la gente. Si podríamos entender esta verdad, nos ayudaría a ver la necesidad de aprender a relacionarnos con los demás. Cada obrero de Dios debe ser sabio y seguir los principios Bíblicos para relacionarse mejor con la gente que Dios puso en su cuidado.

Comentarios

  1. Este texto pertenece a un libro de
    Jeffrey Bush titulado " La Química del Ministerio". Recomiendo el libro. Bendiciones!

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