La Prédica/Enseñanza #7


Cuando hablamos del desarrollo de un mensaje o lección, es importante hablar del uso de la voz y el cuerpo. Por su puesto es importante estudiar y tener buena información en el mensaje o lección, pero si no usamos correctamente nuestra voz y cuerpo en el desarollo, tal vez el mensaje no será recibido bien.

La voz es el vehículo para entregar el mensaje – del corazón del predicador al corazón del oyente. La voz no debe ser molestosa a los oídos de los oyentes o pronto te apagarán. Una de las maneras en que la voz puede lastimar el mensaje es usandola en  extremos: hablar demasiado fuerte o demasiado bajo; hablar monótono o rápido. Carlos Spurgeon dijo, “Hay hermanos en el ministerio que tienen una manera de hablar que es intolerable. Te hacen enojar o te hacen dormir.”

Aunque la mayoría de nosotros no tenemos una voz de cantante o locutor, igual podemos aprender a usar nuestra voz para que el mensaje sea  bien recibido. Hay momentos para poner énfasis en ciertas palabras o puntos y otros momentos para hablar normal, hay momentos para levantar la voz y otros momentos para bajarla. Un ensayo en privado antes de subir a predicar o enseñar hará mucho bien al predicador o maestro. En ninguna manera queremos ser falsos o buscar ser nada mas que actores, pero al mismo tiempo podemos aprender mucho de un actor y usar la voz para dar el énfasis adecuado en el tiempo adecuado.

El cuerpo también es muy importante saberlo usar en el desarrollo de un mensaje/lección. El cuerpo tiene su propio lenguaje y debemos aprender usandolo. ¿Hablaste una vez con alguien que te miraba con los brazos cruzados o los hombros caidos mostrando que no tiene tanto interés en lo que estás diciendo? Sin abrir la boca, el cuerpo puede comunicar que una persona está enojada, contenta, cansada, aburrida, enferma o desinteresada. Y cuando una persona se para delante de un grupo para predicar o enseñar, es muy importante que entienda que la gente puede leer y entender el lenguaje de su cuerpo. El apoyarse en el púlpilto, esconderse tras el púlpito, mirar a la pared en lugar de mirar a la gente o no tener buena postura, muestra que el predicador no está tan interesado en su mensaje o en las personas escuchandolo.  Leí una vez que el predicador debe ser como un león dando vueltas y no como una tortuga que esconde las patas y la cabeza.

El predicador o maestro sería muy sabio al aprender a usar las manos, los ojos y todo el lenguaje del cuerpo que podrian agregar mucho a su mensaje o lección.

La voz y el cuerpo son herramientas dadas por Dios que cada predicador y maestro tiene – y el practicar para mejorar su uso puede hacer mas interesante y mejor recibido el mensaje.



Para Servir,
Jeffrey Bush

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