Ya Está
Era
alrededor de 1995, un lindo día de verano, cuando mi papá y yo estuvimos
trabajando en la casa de un granjero. El granjero tenia un toro lastimado y nos
prometió que podíamos llevarnos la carne si le entregábamos el cuero del toro.
Habíamos trabajado desde la mañana y estuvimos terminando cuando mi papá me
pidió llevar la camioneta para buscar algo. No tenía mi licencia de conducir todavía,
pero varias veces ya había manejado y
que joven no hubiera aceptado la oportunidad de manejar una camioneta (a pesar
que era bien antigua la camioneta). Subí a la camioneta y fui para buscar lo
que me pidió mi papá. Cuando estuve de regreso con la camioneta, el volante se
quedó trabado cuando doblaba y no supe que hacer. La camioneta salió del camino
y se volcó. Pude salir de la camioneta y fui corriendo para buscar a mi papá.
Con muchísimo pánico le explicaba a mi papá lo que acababa de suceder. No sabía
si me iba a gritar, insultar, o salir sin hablarme, y lo hubiera entendido. Que
inmaduro que fui… muchas cosas pasaban
por mi cabeza. Pero para mi sorpresa, cuando le conté a mi papá, me miró y me
dijo algo como, “ya está hijo, vamos a ver cómo solucionarlo”. No lo pude
creer, debería haber dicho que fui tonto, no responsable e inmaduro, pero me
estuvo diciendo que no podemos cambiar lo que ya sucedió, entonces vamos a ver cómo
solucionarlo. Su respuesta no solo me ayudó, pero me impactó y sinceramente forma
parte de la manera como vivo, ministro y pienso.
Ahora… cuando
uno se equivoca, ya sabe que alguien le va a criticar, hacer pagar y a contar
cuan tonto es y fue. Pero si le ayudamos
en lugar de atacarle o criticarle, no sabemos como reaccionaran porque no lo
esperaban. Si aprendieramos a tener la actitud de mi papá, la actitud del que
entiende que “ya está”, podría transformar vidas y ministerios.
1.
La
mayoría responde contando lo obvio. Cuando uno hace algo mal o algo indebido (a
propósito o no) sabe muy bien lo que ha hecho y ahora necesita ayuda para salir de la situación en lugar de que le
recuerden la situación mala en la que está.
2.
Tu
crítica y condenación le pondrá a la persona a la defensiva. No digo que hay
momentos que uno debe admitir o arreglar lo que ha hecho, pero condenando a la
persona solo dará como resultado que la persona se ponga dura y que no quiera
hablar. Si deseas ayudar a la persona, tienes que ayudarle a bajar sus defensas
primero.
3.
No
puedes cambiar lo que fue hecho, pero si puedes ayudarle a cambiar su futuro.
¿Has pensado que Dios te ha puesto en su vida para ayudarle a salir de una
situación para hacerlo mejor en el futuro? Sin duda que hay consecuencias a
nuestras acciones, pero tu ayuda puede ser lo que cambie a la persona para que
su futuro sea diferente.
La próxima
vez que te equivoques o que estes ayudando a alguien que se equivocó, recuerda
que lo que fue hecho “ya está”, entonces arregla lo lastimado y cambia el
futuro. Dios no descarta a la gente y tampoco debemos hacerlo nosotros.
Entendiendo esto no es una excusa para seguir en el error sino da esperanza y
ganas de cambiar y no de vivir en los errores.
Para
Servir,
Jeffrey Bush
www.evangelismomundial.com
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