La Prédica/Enseñanza #2



Tal vez debería haber usado esta verdad primero en la serie que estamos viendo hablando de la Prédica y la Enseñanza. Seguro que habrá muchas cosas que veremos y habrán  algunos puntos más importantes que otros, pero lo que vamos a estudiar ahora sin duda es tal vez uno de los más importantes. Hoy hablaremos de Bañar Tu Prédica o Lección en Oración

Por más que tengo el mejor bosquejo, preparativos e ilustraciones, si no tengo la ayuda del Espíritu Santo, en vano es el mensaje o lección que entrego a los oyentes. Es Dios el Espíritu Santo que tiene que convencer y obrar en las vidas, nada de lo que puedo hacer en mi carne puede ser suficiente. Y la oración…. pidiendo que Dios prepare a la gente, que Dios me de las palabras necesarias, que Dios nos despierte espiritualmente y que Su Espíritu obre en el tiempo del estudio, es lo que la gente realmente necesita. 

Leí en un libro hace poco que un hombre puso un cartel en su oficina que decía algo así: Si no me preparé por medio de la oración, no estoy suficientemente preparado para predicar.  Sin duda, el predicador o maestro debe prepararse, pasando suficiente tiempo estudiando y poniendo la información necesaria y adecuada pero si no ha orado y pedido la ayuda de Dios, no está suficientemente preparado.  En mi poder, no puedo convencer, cambiar y hacerles sentir la necesidad a los oyentes…. pero Dios si lo puede hacer.  

Jonathan Edwards, predicó uno de los mensajes más poderosos en su tiempo titulado "Pecadores en las Manos de un Dios Airado". Según testimonios del evento, hubo gente llorando y arrepintiéndose y trajo un avivamiento. El mensaje era poderoso, pero lo interesante es que dicen que Edwards leyó todo el mensaje, no miró a la gente, no gritó, no hizo un show…. simplemente leyó un papel. Lo que podemos aprender es que no era Edwards que hizo gran obra o trajo un gran mensaje, sino Dios hizo algo poderoso y usó al mensaje de Edwards.  Y querido amigo, déjame decirte que si Dios no hace la obra, en vano es que estemos hablando delante de los oyentes.

Más que una vez estuve predicando o enseñando una lección y me sentí solo, vi como mi lección no estaba ayudando ni entrando en la mente del oyente. He tenido los pensamientos de  terminar con el mensaje cuando recién lo empecé. Es un sentimiento horrible sentirse que no estás preparado para estar delante del grupo - pero sentir que ni Dios me está acompañando es el peor sentimiento. Antes de subir el púlpito o enfrentar el grupo, debo bañar todo en oración. Dios promete que Su Palabra no volverá vacía, "sino que hará lo que yo quiero" (Isaías 55:11). Dios no promete que Su Palabra hará lo que el predicador quiere, sino lo que Él quiere. Entonces el predicador o maestro será sabio en pedir ayuda a Dios antes de enfrentar su clase o congregación.  Que Dios nos ayude siempre a bañar nuestra lección en oración antes de enfrentar a la gente.


Para Servir,
Jeffrey Bush

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